La siguiente anécdota es de carácter dudoso: cuenta la leyenda que en pleno apogeo del flower power, allá por mitad pasada de los sesentas, un grupo de personas (de número indeterminado) viajaba en una especie de vehículo hacia aquella Meca llamada San Francisco. Y también se dice que tuvieron que detenerse antes, supuestamente en un lugar llamado San Mateo y decidieron quedarse ahí y establecerse. De más está decir, obviamente, que el cómo y de donde se conoce esta gente, es mera habladuría.
Así, la especulación es casi la única manera de comentar sobre el nacimiento de The Residents, la banda que daría vuelta los esquemas del planeta sin que casi nadie en absoluto lo notase. Es intrigante hasta la fascinación observar el hecho de cómo un inquieto grupo de gente que se mantiene activo enérgicamente desde hace ya más de 40 años puede, en muchos sentidos, mantenerse en la oscuridad. Pero bueno, quienes los reconocen, al instante saben, que su génesis conceptual llega desde ahí, de lo profundo, lo oscuro, esos lugares que te pasan por al lado y nunca les llevaste el apunte, el centro de la galaxia.
Estamos hablando de verdaderos outsiders, lisa y llanamente. El halo de misterio que los maquilla es interminable. Nadie conoce sus identidades, ni sus caras, ni sus gustos a la hora de comer pizzas. Los seres que componen a los Residents hablan a través de una serie de personajes larguísima y deforme. En los primeros 10 años de su “carrera” sólo tocaron un par de veces en vivo, mientras que seguían sin asco escupiendo nuevo material, cada vez más jugado, poniendo sobre la mesa su interpretación de poder convertirlo todo en arte. Y es acá mismo donde la banda se separa del resto.
Completamente alejados del mainstream, crearon su propio sello: Ralph Records, a inicios de los 70. A través de él lanzarían todos sus discos y experimentos, sonoros y visuales. ¿De qué va esta rola? The Residents es por defecto LA banda multimedia. Creyentes de que el concepto hay que atacarlo por todos los sentidos, la gran mayoría de sus trabajos viene acompañado por cortos, videoclips o cualquier cosa imaginable; desde Eskimo, que está secundado por una película a lo fotomontaje, hasta Commercial album y su intento de crear 50 canciones de comercial espíritu pop, cada una acompañada con su videoclip. La lista puede continuar: juegos en CD Rom que acompañan lanzamientos (Freak show), comics, películas inéditas, series en YouTube (Bunny boy), y una lista interminable de sus míticas presentaciones en vivo - marca absoluta de su carácter innovador.
Esta gente, que nunca se quedo rascando la cabeza, ha parido el híbrido artístico de los más intrigantes en la historia del siglo XX, y eso que todavía siguen activos.
Dueños de las empresas más extrañas a la hora de gestar sus proyectos, la idea capital de descomponer la historia de la cultura norteamericana (al igual que Zappa) es uno de sus motores. No solo trabajan con las vueltas de tuerca y reinterpretaciones de su entorno, de toda la historia que les enseñaron, sino también con los personajes míticos del trajín yanki. Miles de ejemplos aparecen al tratar de explicarlo, pero para citar un par a tener en cuenta no hay que olvidar The king & eye (1989) con reversiones de Elvis; Stars & Hank forever: The american composer series (1986), y recordar todos los momentos en vivo donde recuerdan melodías musicales de la era dorada de Hollywood. Hasta puede decirse que estéticamente The Residents es una banda única, dado su carácter iconográfico, que durante muchos años mantuvieron vivo: el globo ocular vestido de etiqueta. Todos los días es una oportunidad única para volver a conocerlos, arroparse en su humor y misterio cómodo, para darse cuenta de algo que ellos siempre enseñaron, que cada uno es y puede ser un Resident.
> Por Luis Meinberg