Después de haber comprado tantos discos, haber escuchado tantas bandas y haber leído (porque es tan importante la lectura como la audición) sobre música, se termina generando un compromiso vehemente con el rock y la atrayente cultura que lo rodea.
Tomás partido por algún genero en particular (esto siempre es una cuestión de gusto, aunque después te des cuenta que a medida que van pasando los años se es más abierto con otros estilos), se opina, y en el mejor de los casos se fundamentan las teorías sobre los porqué de las decisiones tomadas por los músicos tratando de interpretar las reacciones que convierten al mundo de la música en un abanico de formas diversas donde cada cual obra de acuerdo a su conveniencia.
Desde el mismísimo momento en que nuestra recolección de información (musical) mental se convierte en un lugar de subterfugio deseado, la música se aprecia y se vive de otra manera, donde las posturas y las modas quedan afuera, donde los oídos se convierten en jueces por conocimiento y no por imposición, donde algunas actitudes molestan, donde la crítica deja el plano musical para tratar de reparar la falta de actitudes comprometidas con la cultura rockera cuando vemos que tratan de engañarnos con slogans y ban-
das trilladas, sin ideas nuevas.
Unos pocos mantienen la lucha sediciosa que resiste ante las aburridas e inapetentes propuestas musicales manejadas por quienes convirtieron en negocio y moda a la música, esos que se encargan día a día (aunque no lo notemos) de establecer parámetros musicales o bandas a consumir.
Lo malo de esto? que los productos que intentan popularizar no siempre son sinónimo de calidad y si se hiciera un conteo de los grupos más populares dentro del rock nacional actual nos encontraríamos con un perfil homogéneo no en estilos sino en la amalgama final, imponiendo y convirtiendo el rock en un divertimento donde casi nadie se atreve a tomar riesgos artísticos y todos cumplen con los parámetros sonoros de cualquier FM, en la espera de un llamado para integrar la grilla de algún Festival sponsoreado apto para todo público dirigido a espectadores que lo que menos quiere ver y oír es rock… porque así nos fueron mal acostumbrando las bandas, los medios y los pequeños y grandes empresarios.
Analizar teorías y pensar soluciones acerca de cómo modificar la cultura rockera no es tarea fácil, lo mismo que llevar a la práctica una utopía de pensamiento que cambie el rumbo y la alienación intrascendente que están retransmitiendo las bandas de nuestro mal llamado “rock nacional”.
Sería bueno pensar que la originalidad y la búsqueda de desafíos pueden generar nuevas reglas del juego donde cualquier payaso de circo rockero quede esquinado, y donde el poder lo tengan los que mantienen su compromiso ideológico con la música.
> Por Lucas S. Lapalma
Como siempre...muy bueno! Laura D.
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