martes, 24 de agosto de 2010

Whatever Nro 1: El gran estafador del rock&roll


A mediados de los ´60, los vidrios de las iglesias londinenses eran destruidos por ladrillos envueltos en papeles con la leyenda “la magia ha llegado”. El responsable, un estudiante de arte medio anarquista: el discutido y controvertido Malcolm McLaren: uno de los tipos que más influiría en el rock, el pop y la moda en los últimos 30 años.
En 1975 con su esposa, la ahora reconocida diseñadora de modas, Vivienne Westwood, dan forma a la estética del naciente punk en su tienda Sex, donde se ofrecía ropa sadomasoquista. Unos años antes en esta misma tienda, cuando su nombre era Let it rock y ofrecía ropa atípica para Teddy boys y clientes excéntricos, un día caen de visita los New York Dolls (inadaptados cultores del sucio, crudo, drogón y callejero Sleaze rock), banda de la que McLaren con el tiempo se convertiría en su manager, y a los que disfrazaría de travestis bolcheviques.
En Sex logra un rejunte de jóvenes marginales, de entre los cuales sale una de las bandas más importantes que musicaliza el desempleo y la decadencia del imperio británico: The Sex Pistols.
Con ellos y sus escándalos, confrontando a la industria/negocio del entretenimiento, estafa legalmente a grandes compañías discográficas; se burla de la intocable monarquía inglesa y, puede decirse, universaliza el punk.
Terminado el “proyecto Sex Pistols”, lo entierra dirigiendo la película La gran estafa del rock&roll, donde participa el famosos ladrón (o expropiador) Ronald Biggs. Pero este cerebro creativo sigue atentando contra la monotonía del arte estático: fabrica Bow Wow Wow (combo con una cantante birmana de 14 años); inspira a Adam Ant, y a Boy George; se convierte en pionero del revival country con She Sheriff, y en los ´80 inspiró el concepto de Madonna para el disco Vogue.
Grabó varios discos: Duck rock (rap y ritmos tercermundistas); Waltz darling y Paris, entre otros. Como artista visual: Casino de autenticidad y karaoke (2000) y Shallow (2007/8).
Su obsesión por la imagen visual de la música lo llevó a ser el creador de un Frankenstein cultural que se plurificó multidisciplinariamente; que el establishment, como a casi todo lo que combate, se encargó de anestesiar y reutilizar.
Quienes lo calificaron de explotador y otras cosas por el estilo, el día de su fallecimiento (08/04/2010) lo llamaron admirable, inteligente, un verdadero artista.

Murió Malcolm McLaren… la magia se ha ido.

Por Hugo Gatto

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