martes, 27 de diciembre de 2011

Whatever Nro 10: El ingrediente más allá de la naturaleza

Pororó Metafísico















La banda que Andrónico de Rodas nunca hubiera escuchado en su walkman... (recordemos que esto se engendró a mediados de los ´80, aunque en su época tampoco hubieran existido).

Nacido en el año 1967 en el barrio Sur de la ciudad de Santa Fe e incursionando en la rama de las artes plásticas a comienzos de los años ’80 en la Escuela de Arte Prof. Juan Mantovani a la par de sus estudios secundarios, Miguel Ángel también comienza a tomar clases con el Profesor Francisco “Paco” Gil Baines en la Primer Academia en Argentina de Guitarra Española (en ese momento ubicada en calle 4 de Enero entre Eva Perón e Irigoyen Freyre). Mario, hermano mayor (fallecido en 2010), ya estaba en el ambiente de la música desde hacía algunos años antes tocando folklore de proyección junto al conjunto José G. Condorcanqui con algunas actuaciones importantes como en el Cine América. Hay un flash hipnótico y el recuerdo vivo del vinilo de King Crimson (En la corte del rey carmesí) editado en 1969 y un amor a primera vista que con el correr de las décadas llegaría a materializarse desde otro plano.
También asomaban Paco de Lucía, Frank Zappa y Stanley Clark. Mucho miedo a realizar cultura. Milicos presentes. Primer recuerdo como espectador: free jazz rock de la mano de Fata Morgana con Roberto Jaume en teclas y Luis Müller en viola en “El Figón de la Virreyna” (actual Museo Policial).
Feria del Sol. Zapadas. George Gurdjíeff. “La punta del ovillo” la muestra Daniel Caminiti en su genial programa La Pirámide en Radio Nacional Santa Fe. Comienza la democracia y con ella las primeras peñas en la Mantovani con actuaciones de grupos de rock. La Naranja con “Bobby” Núñez Souza. Primeros acercamientos de los músicos con el público e interacción cultural. Necesidad de expresar sentimientos a la par de concretar proyectos artísticos. Instalaciones recordadas en la misma Escuela de Arte con papeles higiénicos y la nueva y refrescante articulación del lenguaje del graffiti y los murales que se materializaban a lo largo de toda la ciudad.
Un grupo de amigos del arte: “El Polaco”, Julián, Aldo (militante del Socialismo) y Dante (preso durante la Dictadura). Barrio Sur, cercanía a Cárcel de Mujeres. Ensayos de garage con el nombrado “Bobby” en bata y José Giuranacci en guitarra, Miguel en bajo y Julián en voces. Reggaepunkie blanco en sintonía con Sumo (banda que hizo escuela en las nacientes agrupaciones en Argentina en aquella década).
Luego aparece el ocurrente nombre a raíz de recreos eternos en “Trento” amenizados con fría cerveza e ingredientes. “Pororó según Aldo luego de ver los acompañantes del jugo de malta. “Metafísico” dispara Miguel. Y así comienza todo esto, con un 1º show en otra Peña en Colegio Mantovani junto a Desliz.
Velvet Underground, Lou Reed y Warhol como nuevos referentes y el nexo entre música y artes plásticas. También sonaba por esos días el Pasamanos del “Cabezón” Gaviola en la ciudad.
Algunos recuerdos líricos de aquellos hipnóticos años: “Yo no me encamo con negras, sólo con la hija del Rey”. Delirios compartidos con otros músicos y colegas interactuando fueron el leit motiv.
Nace también una Cooperativa de Dibujantes. Lugar y punto de encuentro: La “Torre de Babel” de “Nando”, aún en pie. Comic Undergroun (sin “d”) y luego Antídoto, ublicaciones donde también había lugar para el Rock y la música del momento y las nuevas inquietudes artísticas.
Igualmente, el objetivo central para Miguel seguía siendo Robert Fripp. José Giuranacci comienza su carrera como guitarrista integrando varias agrupaciones activas en la ciudad como Enola Gay, Las Chapas y Pasamanos. Primer impasse. Nuevos estudios. Música electroacústica en el Instituto Superior de Música con Pérez Miró y Facal. Se abre un nuevo panorama musical y la incorporación de cintas de sonido.
Viajes a San José del Rincón y el vivero de Marquitos Costa, adepto a los sonidos y ritmos brasileños y sus instrumentos de percusión ingresan a este nuevo formato y así llega la parte más experimental de la banda. Cine Club, aparece Miguel Sotelo e ingresa como guitarrista cerrando así una nueva alineación y nuevos sonidos se acercan.
Shows en el Liceo Municipal, donde la gente participaba animándose a compartir la propuesta de este combo novedoso.
Instrumentos propios comenzaron a ser su sello, como la guitarra con cuerpo de lata de dulce de membrillo. Versión punkie del tango “Los mareados”. Concurso de Radio con show en el Sirio Libanés. Difusión radial a cargo del siempre presente Caminiti el cual ya los había incluído en sus particulares recopilaciones “La Historia del Rock de Santa Fe”. Otros temas: “Carrera de camellos” y el hit: “La muerte del chancho” en Plaza Pueyredón con instrumentos eléctricos de amigos invitados. Más tarde, Miguel Sotelo emigra hacia la lejana Australia y aparece Roberto Jaume en teclados y programaciones, profundizando aún más la nueva etapa experimental del grupo, con cantos de ballenas y grabaciones en los bosques de eucaliptos en San José del Rincón de canto de grillos y ranas nocturnas.-Instrumentos de juguete, otro fetiche. Comienzos de los `90. Irrumpía en la ciudad una banda que arrasaría con todo. Carneviva. Mario A. en bajo y llega la invitación como banda soporte en un recordado show en La Factoría ante un buen número de curiosos. Galera, polainas y el enigmático prendedor de la rosa color marfil. Otro inefable tema propio “Metro Palmera” y su spot repetitivo: “subite a la palmera, bajate de la palmera”.
Noches interminables en el desaparecido Bar “Maiami” (sic) con maratones de alcohol. Aparece esporádicamente también el “Flaco” Carnevalle y sus delirantes maniquíes y vendas interactuando en sus presentaciones. Recordada Peña en Colegio “La Salle”. Movimientos corporales, Tai Chi improvisado y la danza de la bandeja invisible de un mozo delirante hacen mella. Otro apoteótico show de Carneviva y Miguel charlando con un radiograbador a solas en el stage ante el asombro de la parcialidad “rockera”.
El viejo sótano de la “Casa de la Cultura” (otro lugar que a comienzos de los ’90 reunía variados grupos de rock), las hipnotizantes velas y el berimbao indomable de Marcos sonando en plan ritual vudú. Galpones de la Terminal con la melodía de rugientes choppers avanzando hacia el escenario también con una cantidad de espectadores inusitada para una agrupación local y menos aún en la actualidad.
Lentamente, los intereses e inquietudes personales y de terceros fueron haciendo evaporar este delirio sónico y escénico, guardando en el baúl de los recuerdos sus perfomances.
Y finalmente, a mediados de los años ’90 llega la meta soñada desde siempre. Seminario en Gándara (Provincia de Buenos Aires) con el maestro Robert Fripp y el click mental.
Ya la vuelta a la ciudad se gesta “La Hermandad de los Pre – Rafaelistas” en un plan Folklore Celta junto a Alejandra Papini en violín en el marco de los Talleres de Educación Continua, pero eso ya forma parte de otra historia… ésta, es la inédita y lacónica fábula de PORORÓ METAFÍSICO.-

Por: José I. Alfageme


Agradecimiento especial: Miguel Ángel Alfageme.-
Fotografía: archivo personal M. A. Alfageme.-

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