lunes, 2 de enero de 2012

Whatever Nro 10: El apocalipsis en topless


Reseña: Wendy O. Williams and The Plasmatics: Ten Years of Revolutionary Rock and Roll















Historias como esta hay demasiado pocas, hasta uno puede arriesgarse por momentos a decir que la de Wendy O es casi exclusiva y excluyente. En el terreno del heavy (o el punk) quienes siempre tuvieron el lujo de sembrar fueron hombres, por mandato, machismo o lo que fuere. Pero al ver Wendy O. Williams and The Plasmatics: Ten Years of Revolutionary Rock and Roll, lo más probable es que sientas una patada en la nuca.
Ícono absoluto, W.O. supo sacudir las entrañas de un género que requiere cierta “dureza” (por así llamarlo), sin tapujos ni inhibiciones, se burlo del establishment y el falocentrismo idiota. Acompañado por su banda The Plasmatics (unos personajes disfrazados sadomaso en tutú), una cresta mohicana y un salvajismo único, supo volverse una figuro de culto, y más todavía después de su suicidio en 1998.
En este documental puede apreciarse hasta qué punto la banda trataba de escupir su ideología, que iba más allá de la destrucción gratuita, digamos, un concierto de los Plasmatics significaba explosiones y pirotecnia. Lo interesante es QUE reventaba. El carácter simbólico de televisores y autos de policía volando en pedazos es significativo, empezaban como escenografía (a la vez mensaje) y su final no era más que el mensaje anticonsumista de esta gente.   
Tras casi dos horas de entrevistas, videoclips, shows y recortes de diarios que recuerdan los problemas legales que han tenido en su carrera, se estructura sus diferentes etapas, comenzando por una Punk a finales de los 70 y siguiendo por una transformación de corte Heavy Metal.  Lo que lleva, en muchos sentidos, a recaer en otro film como Hated: GG Allin An The Murder Junkies, un tanto (mucho) mas salvaje y extremo.
En la figura de Wendy O recae toda la atención, un minón en tetas todo el tiempo que corta guitarras con una motosierra y parece no creer en eso que los seres humanos llamamos miedo. Más allá del erotismo exagerado como forma publicitaria, su propuesta estética tiene un aire libertario con letras libertinas y enojadas, con un poco de pose (por supuesto) pero a su vez con sinceridad incuestionable. Imprescindible documento para quien quiera llevar su ira y líbido a dar un paseo único.

>  Por Luis Meinberg

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