lunes, 17 de enero de 2011

Whatever Nro 4: ¿Te acordás hermano?


 Aún disfruto mucho entrar a un video club y elegir una película para ver…
También visitar librerías viejas o nuevas para hojear por horas y descubrir (o redescubrir) autores o mirar fotografías aún sin comprar ningún libro de los que vi, o más tarde volver por uno que vi que sí quiero comprar…
Y qué decir de los discos!…
Es lo mismo bajar un disco que comprarlo?… más allá de que todos hoy bajamos música de la net, conocemos nuevos (y viejos) músicos, es una realidad que nadie ya puede obviar, pero… que lindo es mirar y elegir discos no?
Quién se crió en una época donde el único punto de encuentro para conseguir música era un local, donde también hacíamos y deshacíamos amistades… al igual que las viejas rockerías, donde algunos armaban bandas y proponíamos hasta nombres para ellas (muchas de las cuales se creaban solo allí y jamás subirían a un escenario)… imaginación pura…
No se trata de no aceptar que todo cambió (y para bien en muchísimos aspectos), pero tampoco me parece que hay que perder el gusto de compartir e ir al encuentro de la música misma, así como cuando vamos al encuentro de un show… es una experiencia diferente y no está a un simple click del ratón…
Y el arte de tapa?... quién ha disfrutado las portadas en el formato de un disco de vinilo puede decir (y más aún de muchas bandas de otras épocas) donde el arte formaba seriamente parte del contenido artístico del mismo y no era simplemente un packaging cual cajita (in) feliz donde meter el disco para que no se rompa…
Para mí al menos eran verdaderos cuadros… qué eran!… son verdaderos cuadros!
Verdaderas obras de arte…
Verdaderas obras…
Verdaderas…
¿Faltan cosas verdaderas?

> Por José I. Alfageme.

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