martes, 11 de octubre de 2011

Whatever Nro 9: Rock y partidismo?


La bronca viene de antaño. Primero fueron los juglares que puteaban contra la injusticia social de los Señoritos Feudales y pintaban de cuerpo entero la época que vivían en sus rebeldes canciones. Más tarde, tipos como Mozart también se burlaban de las ridículas costumbres de los católicos practicantes y su Institución más elevada: la Iglesia. Ya en el ’68, la madre de las revoluciones libertadoras, la música seguía siendo protagonista principal uniendo y creando estrategias contra el poder reinante. Años ’70, los músicos seguían esta línea comenzada y se alzaban a viva voz nutriéndose de jóvenes que se comprometían con ellos para cambiar el orden establecido.
Obviamente que el rock, no podía dejar pasar ante si semejante oportunidad para ser protagonista de un acontecimiento social reinante ya que su  estética enseguida captó los elementos que pululaban en las mentes y transformó los instrumentos eléctricos en fusiles de combate. El movimiento Hippie le hizo “frente” a la política exterior de su gobierno y así fue tomando un aspecto mucho más comprometido que en las dos décadas anteriores trazando un paralelo con los viejos blueseros que lloraban sus penas e injusticias al borde del Río Missisippi. Entrados los ’80, los grupos supieron comercializar aún mejor este “caballito de batalla”.
Argentina no escapó a esto, muchos músicos también comenzaron a incorporar en sus líricas denuncias e injusticias. Algunos se definen a sí mismos como grupos políticamente activos, sean de izquierda o bien, seguidores acérrimos de un nacionalismo independiente y extremo.
Al nacimiento de este movimiento político claramente revolucionario, contribuyeron en gran medida los grupos de punk rock y sus vertientes más politizadas. El eje del debate es la política misma. Ésta, en su vena más profesional, no es más que una aceitada arma comercial, ofreciendo al consumidor un arsenal de elementos que pueden ir desde el más acérrimo patriotismo con sus votos latentes al mejor postor o hasta una abulia social y hueca, conllevando esto, a una confusión generalizada y una cierta clase de manipulación bien craneada. El rock, como cultura, siempre y desde su nacimiento, vivó por la rebeldía innata, el desprecio a los “valores” instaurados y sobre todo, un sentimiento de libertad e independencia absoluta y plena, lo que nos hace pensar en un desapego partidista instantáneo. No more líderes ni héroes. No hay una línea. Esto fue llevando a que esta extrema libertad haya generado un cierto rechazo a nivel social. Muchas bandas han optado por no mezclar sus ideas políticas en su arte y muchos otros utilizan justamente al rock como principal arma para mostrar sus ideales e intereses políticos. Yo creo que la política entremezclada con la música es un derecho y el rock como cualquier expresión artística y cultural está por encima del partidismo mismo ya que no necesita de reglas para definirse a sí mismo.
Igualmente, existe la pluralidad a la hora de elegir qué camino tomar. El rock traspasa barreras de idioma y clases sociales conformando su propio mundo, uniendo a la gente por un profundo sonido, libertad en estado puro e incongruente y tiene, por sí mismo, suficientes argumentos para seguir navegando los enormes mares de la soñada independencia.-

> Por José I. Alfageme.

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