jueves, 3 de octubre de 2013

Whatever Nro 13: Peligrosos Gorriones (álbum) - 20 años


















El debut homónimo de Peligrosos Gorriones cumple su aniversario Nro 20. Un disco de culto, imprescindible y de gran valor emotivo para los jóvenes que fueron parte del recambio musical y generacional en los noventas.

1993. El viejo nuevo rock argentino comenzaba a delinearse: El hardcore beat a-go go de Los Brujos, la hibridación trashy de Babasonicos, el shoegazing edulcorado de Juana La Loca y la relectura del sonido baggy por Martes Menta marcaban el camino de una nueva escena que parecía llevarse todo por delante. La correspondencia entre bandas - muchas de ellas surgidas en el sur bonaerense-, favorecía el crecimiento en conjunto. Babasonicos hacía referencia a la camada naciente en su tema “Margaritas”. En él, Adrián Dargelos le ponía nombres propios a su manifiesto de unidad cantando “Babasonicos habla de paz con: Martes Menta, Martin Menzel, Daniel Melero, Peggyn, Gustavo Cerati, Fácil K, R.I.P., S.P.I., Los Brujos, Karina Desouza,  Pablo Schanton, Cosme, Brad dealers, Peligrosos Gorriones, Gustavo Iglesias, chau, paz...”. Era notorio que este conjunto de personajes y bandas buscaban y percibían un cambio estético/musical en los primeros años de la década del ’90.

Peligrosos Gorriones encajaba en la escena cargando con sus señas personales. Se antojaban más frescos y espontáneos. No se lookeaban de manera particular y su estilo musical tenía carácter propio. A esto agregarle el condimento especial: su origen. Peligrosos Gorriones eran de La Plata, la ciudad que vio crecer dos de los exponentes más radicales del rock argentino, Los Redonditos de Ricota y Virus. Con estos últimos es con quienes más se los comparaba, y cierto es que algo de ellos podía oírse  en el sonido del grupo, pero había otro tipo de influencias en los Gorriones. El influjo del grunge, sin su resaca metalera-setentosa, se manifestaba en las guitarras de Coda. Resonaban ecos de Sonic Youth en las distorsiones y la agilidad rítmica de Pixies. El indie americano, el beat y el primigenio rock argentino, el under platense, Los Canoplas, Mister América y Copiloto Pilato, eran parte de la imaginería de su primer álbum Peligrosos gorriones.
Acá hacemos un stop necesario porque no sólo recordamos este álbum por cumplirse en 2013 su 20º aniversario, sino porque Peligrosos gorriones fue un disco que marcó a fuego a todos los que se cruzaron con él y es casi un hecho certero que la relación con este álbum va más allá del cariño, otorgándole un prestigio invaluable, ese mismo que se les concede a las obras que nos hacen renacer.

Peligrosos Gorriones y su homónimo debut plantearon al igual que Pasto de Babasonicos, Fin de semana salvaje de Los Brujos, 17 caramelos de Martes Menta, Electronauta de Juana La Loca y el compilado Ruido, una renovación en el estancado y repetitivo medio del rock del inicio de los noventa.
Daniel Melero - siempre Melero - y Gustavo Cerati, fueron quienes se encargaron de agitar el avispero y brindarles su apoyo absoluto a las bandas nuevas. Pero otro Soda Stereo tendría protagonismo en la historia de Peligrosos gorriones, Zeta Bossio. El calvo bajista fue quien produjo y ajustó las piezas de una banda extravagante con un andamiaje musical y lírico provisto de una inusitada belleza próxima a la perfección.
 

El álbum
“Escafandra” abre el disco poniendo las cartas sobre la mesa. Aceleración rítmica, distorsión contenida, sintes rudimentarios, y el fraseo inexplicable dentro de una letra colmada de un imaginario surrealista. La poética de Spinetta y las divagaciones lisérgicas de Barrett eran citas frecuentes entonces a la hora de rastrear referentes en las palabras de Bochatón.
“Trampa” sigue lineamientos más ortodoxos, grunge con sintetizadores amenazantes. “Tesoro” arranca con un golpeteo tribal que recuerda a los Cramps, quizás solo a mi por cierto, y nos predispone a la contundencia hardcore de “El bicho reactor”. “Rayo de amor” mantiene el tempo del comienzo del álbum: ritmo cuadrado, el omnipresente bajo de Bochatón, teclados juguetones y final con solo de guitarra incluido. “La panza de la araña”, aminora la marcha en una catarata de palabras que invita a relajarse. El grunge se trasluce en el bello “Siempre acampa”: la poesía dark y la instrumentación tornan lúgubres la canción, llegando al climax en ese desgarrador grito repetitivo y antagónico de la palabra Alegría. Una furia chiquita se apodera de los Gorriones y desata “Un ardiente beso”. La engañosa calma de “La mordida” rememora al Bossanova de Pixies. “Nuestros días” y “Estos pies” llegan en plan balada y parece manifestarse la herencia de ese cuerpo volátil llamado rock nacional. “Cachetazo paliza al piso me caigo por infeliz…” reza la primera línea de un nuevo castañazo, “Honda congoja y pesar”. Éste y “Cachavacha” le imprimen vértigo al tramo final del disco. Un ritmo inusual en tiempos en los cuales el rock argentino aminaba al cansino tranco del rock del gato. Minuto cuarenta para el cierre contundente con “Cacería de caballos”.


Te deseo suerte...
El disco, al igual que otros de la misma época, tuvo gran apercibimiento entre el público, los críticos y la nueva camada de artistas. Las encuestas premian el álbum debut, MTv los rota, llegan al mercado internacional, giran junto a otros grupos en el marco del Festival Nuevo Rock Argentino - curado por Héctor “El Perro” Hemaides-, pero los Gorriones parecían autoboicotear su éxito: sus shows caóticos los hicieron ganar fama de banda deslucida, salvaje y por momentos conmovedores, pero siempre a la deriva. Francisco Bochatón se tambaleaba entre la línea que separaba al frotman catártico, insurgente y aniñado, del amable y desprotegido joven apresado en su endeble oscuridad. Problemas internos y algunos cambios fugaces de integrantes deslucieron su porvenir inmediato.

Dos años después la misma formación que grabó Peligrosos gorriones, volvía al estudio para grabar Fuga, un contrapunto necesario para la carrera del grupo que con este trabajo fortalecería el arraigo a la banda por parte de los fans a la vez que instauraba la figura icónica y apesadumbrada de ese gran cantautor que es Francisco Bochatón.-


/ Por Flavio Martín Gallay y Lucas Lapalma

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