lunes, 14 de marzo de 2011

Whatever Nro 5: Gracias... totales!


      Meg y Jack White de The White Stripes

“Los White Stripes ya no pertenecen más a Meg ni a Jack; ahora pertenecen a
ustedes y pueden hacer con ellos lo que quieran” (palabras de The White Stripes, a raíz de su reciente separación).

El año 2001, además de haber sido un año turbulento, marcó el advenimiento y el renacer del rock de  guitarras  con  ideas  minimalistas  influenciadas por las bandas de culto del underground americano  e inglés  que  nunca tuvieron su reconocimiento masivo: The Seeds, The Sonics, The New York Dolls, Television, The Jam, Buzzcocks, y una larga lista de etcs.
Adaptando los sonidos de estas y otras viejas glorias, tres grupos se establecieron  como  los  precursores de la reactivación del garage rock rescatando la actitud callejera característica del genero, dando inicio  a  su  vez  al fenómeno  de  las  bandas  “The”: The  Strokes, The  Hives, y  The  White  Stripes fueron los abanderados del nuevo refrito musical.
Del tridente quienes llamaban  principalmente  la  atención  eran  los  White Stripes, dado  lo  exótico  de  su formación integrada por un guitarrista y una baterista que combinaban su  vestimenta  de  rojo, blanco, o negro, según la ocasión. Se hacían llamar por el mismo apellido: White, dato  que  confundía a la prensa y seguidores con las especulaciones  que el grupo daba a entender primero mencionando que eran un ex matrimonio y  luego declarándose hermanos.
Los Stripes se formaron en 1997 pero recién en 1999 pudieron editar su primer álbum homónimo que anticipaba en un crudo registro  la  fórmula compositiva y sonora que  años  más  tarde  los  consagraría. Garage rock, blues, punk, country americano; tomando lecciones de  The Stooges tanto como de Bob Dylan (a quien homenajean  con  una  versión  respetuosa de “One more cup of coffee”) fueron apropiándose de un  sonido particular, vigoroso, primitivo, de buen gusto, desligándose de los grupos tristones  y  afligidos que en ese momento dominaban el mercado.
Nada más bastó con escuchar “Fell in love with a girl”  (y  caer  rendido ante el video hecho en Lego por Michel Gondry  - Eterno resplandor de una mente sin recuerdos) para comenzar a prestarle atención a la banda de Detroit.
El álbum al  que  pertenece  la  canción  lleva  como  título  White blood cells, salió en el 2001, y debo admitir que es el que más me gusta de la banda  y el que hasta el día de hoy disfruto escuchar. Por cierto, a las canciones de este álbum, el músico Steve Mc Donald (bajista de Redd Kross) les agregó  bajo y luego de presentárselo  a  Jack White  y recibir su visto bueno, publicó (sólo) en internet bajo el nombre Redd blood cells… El resultado? Demoledor.
Pero si algo le faltaba a la pareja White  para poder  apoderarse  del  público que aún desconocía de ellos era un hit que los  pusiera  en  boca  de  todo  el mundo. Ahí es cuando entra  en juego  la  inventiva compositiva  de la  banda que convirtió  una sencilla  canción  como “Seven nation army” en un clásico del nuevo milenio que hizo explotar las bancas de las manos de Elephant, su  cuarto larga duración, que  este redactor recomienda escuchar para no quedar en deuda con uno de los mejores lanzamientos de la década pasada.
Mientras en la actualidad Jack White divide su tiempo entre The Raconteurs y The Dead Weather, la noticia difundida el 2 de febrero sobre  la  separación definitiva de los White Stripes pianta un lagrimón al tiempo que nos deja con la sensación de haber sido parte del renacimiento en el siglo XXI  del garage rock de la mano de las catárticas y bellas canciones de Jack y Meg White.

> Por  Lucas S. Lapalma


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